Facebook

Siguenos en Facebook

martes, 16 de febrero de 2016

Rumble fish (La ley de la calle) - Francis Ford Coppola (1983)

(Advertencia: la siguiente crítica revela parte de la trama de la película)

Ésta, podría afirmar sin ningún temor a equivocarme, es la primer película artística sobre la cual voy a realizar una crítica en este blog. ¿Por dónde comenzar? Empecemos por lo que no es. No es un tanque de Hollywood. No es una superproducción de efectos especiales. No es una película de peleas. No es un melodrama barato. No obstante todo eso, está sembrado de estrellas conocidísimas; existen peleas en ellas muy bien (pero muy bien) coreografiadas; y también alberga un par de historias de amor subyacentes (y conflictivas). 

Empecemos por mencionar a algunos de sus actores. Como protagonista principal (aunque, en verdad, no como el más descollante) lo tenemos a Matt Dilon. Luego están Nicolas Cage, Diane Lane (la actual "madre adoptiva de Superman"), Laurence Fishburne (el Morfeo de "Matrix") y Chris Penn. Si alguien ya la vio va a pensar en este momento que me estoy olvidando de alguien muy importante. Claro que no. Es sólo que quise apartarlo del resto para dedicarle su propia oración al mencionarlo: Mickey Rourke. Mickey Rourke haciendo de El Chico de la Moto no sólo se lleva los laureles porque su papel es el más importante, sino porque lleva a cabo una actuación impecable, tal como lo requería su personaje. Su papel, El Chico de la Moto, no es el que más tiempo aparece en la pantalla; ya dijimos que ése es Matt Dilon, pero toda la película gira en torno a él, cargándolo de cierta mística. Por ello es que digo que el personaje era difícil de interpretar: un motoquero, que antaño era el líder de las pandillas de peleas; pandillas que hoy no existen más, y que su hermano menor (Matt Dilon) trata de revivir. Pero este antiguo líder de pandillas que es el Chico de la Moto tiene una característica especial: es culto. Tal es así, que, mientras fuma o bebe, lee libros y hasta puede darse el lujo de citar, en un momento del film, al mito de Casandra. Aquellos que conozcan este mito, entenderán de lo que hablo. Y para aquellos que no lo conozcan, pues... para algo está la Wikipedia. Esta característica de pandillero culto es lo que me lleva a afirmar la dificultad de traer a la vida al personaje, cosa que hace estupendamente Mickey Rourke, dotándolo al personaje de una sagaz y lúcida taciturnidad.

Cabe aclarar que todos estos personajes aparecen en la película en sus mocedades. Es decir, es de 1983, así que la mayoría de ellos están en su adolescencia o juventud. Pero esta juventud no indica impericia en la actuación. En absoluto. Llevados por la mano de Coppola, cada actuación es exquisita. Tanto es así como digo, que, entre todas las cosas que nos deja al terminar el film, una de ellas es que nos muestra que existió un momento en la historia en donde Nicolas Cage actuaba, ¡sí, aunque les cueste creerlo! Hubo un momento de la historia de la humanidad en el que Nicolas Cage actuaba y no se limitaba simplemente a "hacer caras". Recuerdo que similar conocimiento me había dejado la película "Taxi Driver", la cual me había mostrado que Robert De Niro en un momento también era actor, y no un simple monigote que "pone cara de malo", sin importarle si la película es un policial, un drama o, incluso, una comedia.

Y como última acotación en cuanto a las actuaciones, queda algo (importante) en el tintero. Aparece una niña que hace de la hermanita de Diane Lane. Esta niña, que en los créditos figura solamente como "Domino", no sólo no desentona con la calidad actoral del resto del casting, sino que su propia actuación (en su pequeño papel) es digna de mención y aplauso. Intrigado por ver qué había sido de la vida de esta nenita que, dije, aparecía nombrada en los créditos como "Domino", me puse a investigar y descubrí que es, nada más y nada menos, que ¡¡Sofia Coppola!! Sí, la hija del director. Que, evidentemente, aquí no está por puro nepotismo, sino que la niña tenía calidad actoral.

Paso ahora a la parte, quizá, más importante de toda la película: la estética. Coppola configura con tal maestría la estética de la película que incluso uno puede distraerse un momento, embelesado por los planos o el juego de cámaras. Y está bien que sea así. El cine es imagen, y no un interminable diálogo o monólogo, como esas películas cuyos directores no se enteraron que están haciendo cine, y no radio o literatura. Es de destacar el protagonismo que le da a las sombras y (algo extraño) también al humo. La película es en blanco y negro, apareciendo solamente en colores (y muy brillantes) unos peces, cuyo papel será crucial en el argumento. 

Mencioné antes a las peleas coreografiadas. Éstas no son simples coreografías para destacar tal o cual golpe, o forma de pelear. No. La coreografía consiste en una armonización entre el entorno, el clima generado, los personajes, los planos y la música. Aclaro que no son "peleas bailadas" como las ridículas contiendas de West Side Story. Ya lo dije: son peleas que crean una armonía entre todos los elementos cinematográficos que entran en juego.

En cuanto al argumento de este film, confieso que no es gran cosa. Pero poco importa ello cuando es vestido con la estética que le brinda Coppola. Cuando a un elemento que, a priori, parece  mínimo, insignificante, y, para algunos, desdeñable, se lo puede presentar de manera épica o gloriosa; en ese momento, estamos en presencia del arte. Y eso es lo que logra Coppola con esta película.

No hay comentarios:

Publicar un comentario